Una tetralogía de lo íntimo a lo público
Novelas de una generación marcada por la Transición democrática española
Sebastián Lozano Mudarra (Campillo de Arenas, 1958) siempre ha querido escribir y ver cómo sus obras se convertían en publicaciones, porque, según él mismo expresa, “los libros me enseñaron a pensar, a sentir y a vivir mil vidas”, y eso precisamente trata de hacer a través de sus novelas: invitar al lector a vivir otras vidas, con otras miradas, en otras épocas.
Por este motivo, hace unos años comenzó a escribir una saga de novelas con tintes autobiográficos y temas claves de la literatura, como el amor o la política, con las que ha cumplido uno de sus grandes propósitos: publicar sus textos.
En 2018 publica con Líberman Editorial su primera novela, titulada La chica francesa que bailaba bajo las estrellas. Los ideales, el amor y la amenaza de una prematura muerte son los pilares de esta novela que se sitúa en el final de la dictadura franquista, y donde remembranzas de la infancia nos relatan dos mundos paralelos: el mundo rural de Jaén y el mundo cosmopolita entre Montevideo y París.
Por la noche volví a encontrarme con Raquel y sus primos, mi hermano que había llegado del pueblo y el resto de familia y vecinos. La música del tocadiscos de Mabel nos recordó de nuevo a los clásicos del verano, ahora complementados por discos nuevos que Tomás trajo de Carchelejo, Manolo Escobar y Camilo Sesto. Raquel y Mabel cimbrearon sus cuerpos otra vez al son de Claude François y Demis Roussos. Sentado en el tronco del canto miré con la vista perdida cómo el cuerpo de ella se ondulaba, hipnotizándome.
Podría decirse que esta su primera novela es una obra generacional que nos transmite la importancia de los ideales y del amor como motor de vida.
Cuatro años después, en 2022, publica la segunda novela de esta saga: Los sueños efímeros. Ambientada en el Madrid de la Transición, los protagonistas viven un reencuentro amoroso mientras se están desarrollando las protestas y luchas contra la dictadura franquista en una España que camina hacia la Democracia.
El instituto le daba una libertad que antes jamás tuvo. Todo cambió. Su hermano estaba comprometido con el Partido Socialista Obrero Español y quería entrar en contacto con los militantes históricos de Jaén, a través de los contactos que Alfonso Guerra le había proporcionado. Fue con él a casa de Valdivia, por las calles del barrio antiguo de Jaén, que tenía un hijo de la edad de Esteban, con el que hicieron rápidamente buenas migas. Su padre era un hombre muy asustado, y apenas quiso colaborar para reorganizar el Partido de Jaén. Mejor acogida tuvo con otro histórico socialista, Cándido Méndez, con el que trabaron una fuerte amistad y un afecto recíproco profundo.
